En los últimos años mantuvo una relación con Robert Wolders, un neerlandés con el que compartía labores humanitarias y su gusto por las cosas sencillas.
Una de las cosas que más destacaron en sus últimos años fue la dedicación, por encima de su salud, a las causas del sida o la malnutrición de los niños en todo el mundo. En 1992, tres meses antes de su muerte y ya desahuciada, Hepburn hizo su último viaje a Somalia, un acto que siempre fue muy agradecido por Unicef y que engrandecía aún más su ya sencilla y humana forma de entender la vida. A través de esta organización, Hepburn dedicó el resto de su vida a ayudar a los niños necesitados en los países más pobres. En Unicef todavía recuerdan su dedicación y entrega a la causa, que databa desde el año 1955 y que, poco a poco, fue ganando peso en su vida.
Audrey Hepburn falleció de cáncer de colon en su casa de Tolochenaz, en Suiza, el 20 de enero de 1993 a los 63 años de edad.
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